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Chiflo, Chifla,
Gaita, Pito, Txistu, Silbo, Chirula... son algunos de los nombres con
que se conoce en diferentes lugares uno de los instrumentos tradicionales
más extendidos y populares en la Península Ibérica y sus islas correspondientes,
así como en gran parte de los países Europeos. Podríamos afirmar sin mucho
riesgo a equivocarnos que éste instrumento gozó de gran aceptación en
prácticamente todas las zonas geográficas hispano-portugesas, tomando
en cada una de ellas sus peculiaridades de construcción e interpretación
Siempre se encuentra asociado a otro instrumento de percusión, generalmente
un tambor o un chicotén, encargado de marcar el ritmo de las melodías
interpretadas por la flauta. Ambos instrumentos son manejados por la misma
persona, lo que supone una ventaja frente a otros, como la dulzaina, que
necesita otro músico encargado de los ritmos.
Con el paso
del tiempo, y como ocurre con casi todos los instrumentos tradicionales,
fue desapareciendo de muchos de éstos lugares, al ser sustituido por otros
más modernos o que se adecuaban mejor a la funcionalidad, y conservándose
en otras zonas, alcanzando en algunas de ellas, como Euzkadi, un alto
grado de desarrollo técnico en su fabricación y repertorio.
Atendiendo a su clasificación,
la flauta de tres agujeros es un Aerófono de bisel soplado mediante
aeroducto, es decir, a través de una canalización realizada en la
boquilla del instrumento, por lo que pertenece al género de los flageolet,
que a diferencia de las flautas propiamente dichas, reciben el aire sobre
el bisel sin ser canalizado (como la flauta travesera o la quena). Consiste
en un tubo de madera cuya longitud oscila entre 35 y 45 cm. Dependiendo
de la variedad, y cuyo diámetro también oscila, pongamos como ejemplo
10-12cm. Presenta un taladro interno longitudinal cilíndrico, pero su
forma externa puede no serlo, en ocasiones, es más grueso en la parte
de la embocadura, o bien en la parte central (esta última forma es más
resistente a posibles roturas). Se suelen emplear maderas duras del lugar,
como encina, boj, raíz de fresno, azafre, y más recientemente importadas:
ébano, granadillo o palosanto... , algunos txistus se fabrican en baquelita
o plástico, y en ocasiones se aprovechan elementos de desecho como los
cañones de viejas escopetas (es el caso de Valverde de los Arroyos en
Guadalajara), o patas de silla.
Se
conocen instrumentos fabricados con huesos de aves, en especial de buitre,
Diferentes tipos de flautas se han encontrado de éste material, ya desde
muy antiguo, pues dicho carroñero fue hasta no hace mucho, muy abundante
en nuestros cielos, en especial en zonas de montaña. Próximo a la actividad
humana, seguía, por ejemplo, a las legiones romanas para alimentarse
de las grandes cantidades de residuos que tan ingente número de personas
dejaba a su paso, así como a los grandes rebaños trashumantes, que siempre
generaban numerosos cadáveres de ovejas.
En la parte lateral
próxima a uno de sus extremos se practica la lengüeta, que consiste
en un orificio cuadrado o rectangular, uno de cuyos lados está biselado.
Mediante un tapón cilíndrico rebajado en una parte de su superficie se
obtura el cilindro, y junto a un pequeño rebaje en su pared interior forma
un canal por el que se sopla y que dirige el aire justo sobre el borde
del bisel. Este es el órgano sonoro, semejante al de otras flautas 'flageolet',
que pone en movimiento el aire en el interior del tubo. En ocasiones,
parte de ésta boquilla se fabrica de materiales distintos al cuerpo, como
cuerno o hueso, por ejemplo en algunas gaitas charras de Salamanca o metal
como el Txistu vasco. También el bisel, puede ser añadido fabricado de
una chapa metálica como es el propio Txistu, algunas chiflas de Aragón,
o en general, como arreglo cuando esta parte se deteriora. La parte de
la boquilla opuesta al aeroducto suele cortarse en forma de bisel, para
mejorar la sujeción en los labios y facilitar el soplo. De ahí que a los
flageolet se les denominen a veces como 'flautas de pico'.
En algunos ejemplares,
como es el caso de la chifla leonesa, el segmento del tubo que contiene
la lengüeta se decora mediante torneado, y en otros casos con elementos
ornamentales, aros metálicos hueso o cuerno.
Próximo
al extremo opuesto de la boquilla, sobre la superficie del tubo, presenta
tres agujeros, dos en el mismo lado que el bisel, los más próximos
al extremo y uno en la opuesta, que se tapan y destapan con los dedos
anular, índice y pulgar de la mano izquierda. Dejando la derecha para
ejecutar el acompañamiento percutido. Es muy normal que a lo largo del
tubo se coloquen
aros llamados virolas o encelgas, pueden ser metálicos o de
cuerno y su función es, además de decorativa, preventivas ante agrietamientos
de la madera. Téngase en cuenta que el aliento y la saliva humedecen la
madera que aumenta de tamaño. Al secarse nuevamente y volver a humedecerse
puede producir grietas que acabarían con el instrumento. Parecida función
parece tener la piel de culebra con la que tienen por costumbre forrar
los chiflos aragoneses, además de protegerla contra golpes y sellar cualquier
poro, Hay quien lo interpreta como un componente simbólico: La flauta
en general es un símbolo ‘fálico’ masculino, al igual que
la serpiente. Unido al tambor, femenino, formarían un ‘todo’ un instrumento
simbologicamente perfecto, hay quien quiere ver en el número de 3 agujeros
el número del equilibrio : 1 neutro, 2 femenino, 3 masculino. Probablemente
ambas interpretaciones contribuyan a la realidad.
En general, y con
variaciones según modelos, este instrumento produce una escala diatónica,
ayudado por los armónicos 2º 3º y 4º de la fundamental. Que se consiguen
aumentando la intensidad el soplo, éste tipo de tubos se llaman octavadores,
aunque la escala baja no completa la octava, a partir del 2º armónico
se puede conseguir, modulando el soplo, una octava y media o más, dependiendo
de la calidad del instrumento. Es decir, se consigue toda la gama soplando
mas o menos fuerte en cada posición de los dedos.
Un ejemplo de gama
sería: la-si-do-re-mi-fa-sol-la. Aunque depende mucho de las dimensiones
de cada ejemplar, Además, en muchos casos, su factura rústica no favorece
las afinaciones exactas, salvo en instrumentos más modernos y evolucionados.
Piénsese que para colocar los agujeros se acudía a la intuición. Como
regla tradicional, el agujero de la parte inferior debía de permitir ver
el segundo de la superior.
Se han encontrado ejemplares de flautas en numerosos yacimientos paleolíticos,
construidas con huesos de aves, algunas sin agujeros con rudimentarios
biseles. Otras veces presentan dos o tres orificios, como el fragmento
de hueso encontrado en la cueva de Isturiz, en los Bajos Pirineos.
No es difícil pensar que el hombre, sorbiendo la médula de huesos de aves
se diese cuenta de que podía obtener sonido .
El
pito de tres agujeros está estrechamente relacionado con el Syrinx
monocálamus griego, la Fístula latina o la Quesba
griega. La antigua flauta doble latina formada por dos tubos individuales
tocados a la vez uno con cada mano sería también muy semejante, aún se
conocen casos, por ejemplo en Ibiza, de instrumentistas que tocan con
dos pitos a la vez. Asociada al tambor tenemos noticias del siglo X, aunque
posiblemente sea anterior, y en el siglo XIII aparece en un grabado de
las Cantigas de Alfonso X. Alcanza su máximo esplendor en
la época gótica. En el siglo XIV estaba muy extendido tanto en medios
populares como en cortesanos, y era preferida por los profesionales frente
a otros Instrumentos de la familia. A partir del siglo XVI comienza su
declive como instrumento ‘culto’ pero se mantiene con mucha fuerza en
clases populares, llegando hasta nuestros días.
La flauta de
tres agujeros es conocida en la mayoría de los países europeos. En Francia,
Países Bajos, Gran Bretaña o Italia es aún muy utilizado. En la Península
Ibérica , tanto en España como en Portugal, y sus islas es uno de los
instrumentos mas utilizados, si bien en muchas regiones ha sido desplazado
por otros, como ciertas zonas de Castilla y la Mancha que fué sustituido
por la dulzaina como instrumento de fiestas en torno a los
años 1820 a 1880, pero en las que existen numerosos documentos que acreditan
su empleo anterior. En la zona mediterránea se impuso el flaviol,
flauta mas corta y con mas agujeros, pero que también se toca con la mano
izquierda acompañándose de tambor con la derecha.
En la actualidad,
las zonas de mayor extensión de la flauta de tres agujeros son la franja
éste, siguiendo la ruta de las Plata, desde León hasta Hueva,
y en Portugal desde Tras os Montes hasta el Algarbe y la zona Pirenaica
Aragonesa y vasca, además de la Isla de Ibiza. También se conocen casos
de instrumentistas recientes o actuales en Cantabria, Asturias y Guadalajara.
El
Txistu vasco es sin duda el mas avanzado de la familia,
se fabrica de maderas duras como ébano o granadillo con virolas y boquilla
metálicas, los fabricantes consiguen afinaciones perfectas y existe toda
una familia
de tamaños y tonos que tocan en bandas y agrupaciones de txistularis.
Coexiste con la txirula, más pequeña y próxima a los modelos
antiguos, hecha de maderas autóctonas y sin virolas, que está teniendo
un resurgimiento frente su “hermano mayor” por los jóvenes músicos que
buscan nuevos sonidos. En la zona pirenaica de Aragón pervive el chiflo,
cuya principal característica es que se suele forrar con piel de serpiente
y en vez de tambor se acompaña con el Chicotén, o tambor
de cuerdas, caja de madera alargada provista de 6 cuerdas que se afinan
de tres en tres y en intervalo de cuartas o quintas, éstas se golpean
con una baqueta para llevar el ritmo. Este instrumento fue conocido en
otros lugares de la Península, y parece ligado a celebraciones festivas
en el interior de los templos. Cuando éstas se trasladan a zonas de exterior
abiertas, el sonido del Chicotén se aprecia menos, siendo más conveniente
para éstos casos el tambor.
En Ibiza se conserva
el pito Ibizenco, fabricado con madera de adelfa, que gracias
a su médula blanda puede ser fácilmente perforado. Se decora con piezas
metálicas y lo curioso es que según los instrumentistas emplean la mano
derecha , la izquierda, o ambas.
En
León Zamora y Tras os montes se suele fabricar de madera de boj, sin
virolas y torneando la zona de la embocadura con dibujos ornamentales.
La Gaita Charra, de Salamanca, es aún muy utilizada y cada
vez cuenta con más instrumentistas jóvenes que aprenden de los tamborileros
más mayores. Se fabrica de encina con virolas de cuerno de vaca, la embocadura
suele ser de madera o hueso y se conocen muchas formas, modelos y tamaños,
quizás sea la zona, junto con Euzkadi, en que más arraigo tiene en la
actualidad éste instrumento. Más al sur en Extremadura también se conservan
diversos tipos de gaitas. La gaita extremeña casi ha desaparecido,
pero gracias a nuevos folcloristas y músicos está en proceso de recuperación.
En Huelva, durante la Romería del Rocío, proliferan las gaitas rocieras,
agudas , de tubo muy fino, acompañadas de grandes tambores, abren las
procesiones y siguen las fiestas y romerías. Suelen tener la boquilla
protegida por una pieza de cuerno. Lo curioso es que no se las ve el resto
del año, aunque cada vez más, van tomando la posición de instrumento principal
dentro del folclore de esa zona de Andalucía.
En los años
centrales del siglo XX, con la Industrialización y la masiva urbanización,
la flauta de tres agujeros y el tambor o chicotén sufrieron un proceso
de declive hasta casi su extinción, salvo en aquellas zonas en que se
tomo como ‘Instrumento típico’, como les sucedió a muchos otros
instrumentos y tradiciones. Por suerte, la creciente sensibilización hacia
las culturas populares promueve su recuperación. Cada vez hay más músicos
profesionales o aficionados que se acercan a éste instrumento, y parece
que incluso en lugares donde se daba por perdido, comienza de nuevo a
revitalizarse.
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